ASÍ NACIÓ LA CANCIÓN "MUJER MARCHITA" ESCRITA POR DANIEL CELEDÓN Y GRABADA POR JORGE OÑATE:
En el punto justo donde el día besa la noche, ella hacía su aparición envuelta en colores refulgentes, cuyos destellos dejaban ver su alma virgen de afecto, colmada de amores sin nombres, fugaces y baratos. Él, un ser impúber, se moría de las ganas de descifrar ese gesto sugerente que le hacía la mujer al verlo pasar sin destino hacia la finca de su padre, con la única tarea de verla ondear la mano diciéndole adiós, desde un raudal de coloridas damiselas.
“Eran muchas mujeres, pero había una en particular; era cachaca y me hacía señas desde lejos cuando yo pasaba”.
Eso lo animó a contarle a un par de amigos y aventurarse a llegar al lugar, a explorar aquello que le ‘reventaba’ la curiosidad, las ganas de saber qué quería decir aquella cachaca con su adiós.
“Vamos, que hay bastantes y hay una que me hace señas”, les decía a sus amigos.
Al llegar, vieron a una multitud desconcertada, estaba el ‘volteo’ del municipio, había policías, había alarma y también muerte. El asesinato de un hombre reconocido del pueblo había sembrado un mutismo curioso en la gente que con prejuicio se preguntaba: ¿Qué estaba haciendo ‘fulano’ en este lugar? Pero él no centró su curiosidad en aquel difunto, la vio a ella, a la cachaca que le decía adiós, también muerta. “Le vi las piernas, la sacaron en pantaletas…”.
Cuatro proyectiles habían acabado en un santiamén con todo lo que ella había construido frente a un espejo, con el que siempre salía de pelea porque se empeñaba en mostrarle la cruda realidad: que era una mujer solitaria y sin amor, que vivía en medio de una multitud, acariciada por las mismas manos que la señalaban. Sintió pesar, no por ella, sino por todas las prostitutas del mundo y en silencio les habló, dirigiéndose a la cachaca:
“Pobrecita, desfiguraron tu cara/hoy te tildan lacra de la sociedad/te mancillan, te han gritado que eres mala/tu partida sigue su recta final”.
“Ahí fue donde yo me impacté. Eso me quedó tan metido en la cabeza que más tarde le pregunto en la canción:
Contame dónde está lo alegre de tu triste vida/vendiendo puñados de amores pa’ ganar el pan/la sociedad que te corrompe luego te margina/muchacha, autómata del vicio ¿para dónde vas?/cicatrizaron en tu cara todas tus heridas/pero la que lleva tu alma nunca sanará”.
“A mí nunca me ha parecido que es vida alegre tener que vender el cuerpo para ganarse el sustento diario”, precisa Daniel Celedón Orsini, quien hizo una canción para ellas, para las chicas de vida alegre, “aquellas mujeres marchitas, de alma infecunda, criaturas sin redención; aquellas que cuando están solas lloran con el alma porque sus cuerpos débiles de mujeres ya no resisten más”.
Son recuerdos de infancia que el compositor nunca ha podido relacionar con nada distinto a la melancolía que subyace en las mujeres dedicadas a la prostitución, de esas que tantas veces vio en Pénjamo, un prostíbulo de Villanueva, La Guajira, donde todos, así como él, sabían que los mismos clientes que les compraban horas de placer a las mujeres que ahí ejercían su oficio, más tarde las marginaban de la lista de ‘personas de bien’.
Tomado del Blog Panorama Cultural.
En el siguiente enlace compartimos el video de esta canción con Jorge Oñate y Juancho Rois
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